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UNRWA España - Actualidad sobre los refugiados de Palestina - Invierno en Gaza: un balance delicado

Invierno en Gaza: un balance delicado

Para Salah Uliyan, refugiado de Palestina del campamento de refugiados de Beach Campen, en Gaza, la vida diaria es un juego de números: vive al día con cuidadosos cálculos.

Crédito de las fotos: Archivo de UNRWA/Shareef Sarhan

Cabeza de familia de una familia de ocho personas -él, su esposa, cuatro hijas y dos hijos que van entre edades de 2 a 17 años-. Su casa cuenta con 60 metros cuadrados distribuidos en una habitación, un pequeño cuarto de baño y una cocina.

Salah no puede trabajar debido a una discapacidad del 60% en una mano. Hasta el momento ha viajado a Egipto en dos ocasiones para realizar un tratamiento. Además, una de sus hijas, Nasma, sufre una enfermedad de la glándula y necesita tratamiento en el extranjero.

La red de protección de UNRWA es muy importante para esta familia, ayudando al equilibrio del crédito familiar. Salah ha logrado con ello comprar algo de ropa, así como una lavadora. El Programa de Creación de Empleo de la Agencia también les ha proporcionado tres meses de empleo, algo que tanto necesitan.

Esta delicada ecuación se ha trastocado con la llegada del duro invierno, un desafío inesperado que llega cuando ya se enfrentan a una ardua situación. Esta familia afronta no solo el frio y los cortes de electricidad, sino también las fuertes lluvias y las inundaciones, problemas estos que no contemplaban en su presupuestado familiar, de ahí que la familia de Salah Uliyan se encuentre en pun eríodo de incertidumbre. A pesar de que su vivienda se encuentra en la lista de UNRWA para ser reconstruida, no está claro cuándo será posible.

Crédito: Archivo de UNRWA/Shareef Sarhan

Al igual que ocurre en muchos hogares, la esposa de Salah es la que tiene las cuentas más claras. «Estoy tratando de llegar a fin de mes», explica. «El fuego es fundamental para cocinar y cocer al horno el alimento básico para nuestra vida, el pan, pero la lluvia lo hace imposible y no tenemos otro lugar para el fuego». Por este motivo, la familia ha tenido que ir a casa de vecinos para cocinar y hornear. Pero las inundaciones han obligado a asumir un nuevo reto a esta familia cuando ella se resbaló y se rompió sus manos.

La historia de esta familia no es atípica. Para muchos refugiados de Palestina que residen en Gaza, la vida cotidiana se ha convertido en una cuestión de números: el número de horas que no habrá electricidad, el número de días que sus hijos padecen hambre, y cuando comienza el invierno, se ven obligados a volver a calcular aún más retos de los previstos.

En diciembre, durante cinco días, Gaza recibió aproximadamente el 75% de las lluvias habituales que reciben durante el invierno. Los números hablan por sí solos: en el apogeo de la tormenta, alrededor de 10.000 personas han sido desplazadas y 1.500 viviendas han resultado dañadas o destruidas. Como la llegada del agua, las familias se enfrentan a nuevos cálculos.

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